Pocos nombres llegan tan fuertemente hasta nosotros desde el pasado como el de Alejandro Magno, un rey que ha pasado a convertirse en mito y cuya figura roza fuertemente lo divino. Alejandro (356 – 323 a.C.) era hijo de Filipo II, rey de Macedonia que había iniciado una política de expansión militar revolucionando la forma de hacer la guerra, y Olimpia, princesa de Epiro y uno de los personajes femeninos más fuertes e importantes de la Antigüedad.
Macedonia era un territorio al norte de Grecia constituido fundamentalmente por comunidades de pastores que elegían a su rey o «primer hombre» gracias al apoyo del ejército. Tras la muerte prematura y debatida de Filipo II, Alejandro pasa a convertirse en rey y seguir la estela de su padre extendiendo su influencia y gobierno, primero por Grecia, siguiendo por Egipto, la zona de Próximo Oriente, hasta llegar con distintas expediciones a la actual India.
¿Cómo es que conocemos tanto sobre él? Aunque no nos guste la historia o el mundo clásico el nombre de Alejandro el Grande, Magno, llega hasta nosotros unido a imágenes, anécdotas y un amplio repertorio de ideas. Lo cierto es que es uno de los personajes que más han copiado los gobernantes y más ha inspirado a los escritores.
Las noticias que nos hablan sobre la vida de Alejandro y exaltan su figura se remontan a su propia vida y hazañas, y llegan hasta nuestra más cercana actualidad. Vamos a repasar algunas de las más destacadas y a seguir la figura del rey a lo largo de la mareas del tiempo, cómo ha sido estudiado y tratado por la pluma de la historia y la literatura.
A la izquierda, Alejandro en la batalla de Issos, a la derecha, el rey Darío. De art database, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=23752160
Los primeros historiadores
Los primeros en escribir sobre Alejandro fueron sus propios contemporáneos, los llamados historiadores de primera generación, que fueron conocidos, compañeros o personas sumamente cercanas al rey.
Uno de los primeros autores fue Calístenes de Olinto (aprox. 360 a.C. – 328 a.C.), compañero de expedición de Alejandro, y que murió a causa de enfadar al rey. Escribió las Hazañas de Alejandro donde se retrata a Alejandro como un jefe supremo que liberó a los griegos de los persas y como hijo de los propios dioses, que habría demostrado en su visita al oráculo de Siwah en Egipto. Durante sus viajes Alejandro había acudido a distintos oráculos (Delfos en Grecia, Babilonia en Persia o Siwah en Egipto) para preguntar si llegaría a ser soberano de todo el mundo, a lo que los tres contestan afirmativamente. Tras la visita al oráculo de Siwah, Alejandro Magno empezó a presentarse como un dios entre los mortales.
La forma de presentarse y la “pompa” política la conocemos a través de Efipo de Calcidia (mediados del siglo IV a.C.) que escribe sobre los hábitos y la moda de vestir de Alejandro, quien se adornaba con atributos divinos como los de Amón, Artemis, Hermes o Heracles. También escribe sobre los funerales de Alejandro. La estancia de Alejandro en la India y su vuelta la conocemos por Nearco de Creta (350 a.C.), que fue almirante de la flota de Alejandro desde Indo hasta el Éufrates.
Por último, no podemos dejar de nombrar a Ptolomeo (367 – 283 a.C.), amigo personal de Alejandro y parte de la caballería durante todas sus campañas. Tras la muerte del rey, se estableció en Egipto fundando una dinastía, y allí escribe una obra con claras intenciones políticas. Buscaba engrandecer a Alejandro y sus lazos de amistad para justificar su gobierno en tierras egipcias.
«Sarcófago de Alejandro» (Museo de Estambul). Alejandro aparece representado en la esquina izquierda, tocado con la leónida al estilo de Heracles.
Detalle del «Sarcófago de Alejandro» (Museo de Estambul).
Tres o cuatros siglos después de estos primeros historiadores nos encontramos con los de segunda generación. Estos son escritores romanos, que viven bajo el Imperio, lo que influye en sus relatos. Alejandro Magno ya formaba parte del imaginario colectivo y va a ser un espejo donde se miren los emperadores romanos. Su figura era ideal: un conquistador militar invencible, aunque a veces tiránico y cruel.
El conocido filósofo y biógrafo Plutarco (45 – 120 d.C.), describió en sus Vidas Paralelas a Alejandro junto a Julio César, además de algunas obras previas. Hace un biografía, donde Alejandro es un idealista, un filósofo y un gran pensador que persigue la unión de los pueblos. Representa a un autócrata oriental, que siguiendo su misma fórmula lleva a cabo una helenización de Oriente y una orientalización de la Hélade. No ignora los defectos del rey, como por ejemplo sus excesos con la bebida a la que hace responsable de su muerte.
Arriano de Nicomedia, senador romano de Bitinia (Asia Menor), cónsul y legado en Capadocia en el siglo II d.C., escribió la Anábasis de Alejandro. Es una obra fundamental para conocer los hechos históricos de la vida del rey. Escribió su obra a finales del gobierno de Trajano, cuatros siglos después de los hechos, en un momento y lugar donde el macedonio era un personaje que reunía todas las virtudes y los vicios. Hace grandes y detalladas descripciones de las batallas, haciendo un retrato de Alejandro como el primero de su ejército. resolviendo dificultades de forma ingeniosa, que recuerdan a los grandes héroes de la épica como Aquiles y Odiseo.
Por último debemos de nombrar la Historia de Alejandro Magno de Quinto Curcio Rufo. El autor vivió en el gobierno de algún emperador que habría tomado el poder en un momento crítico (entre el 30 – 70 d.C.) Por ello destacaría el papel de Alejandro de conseguir la paz tras una guerra civil. En la obra destacan los efectos dramáticos en toda la narración y la fuerza de los discursos o monólogos. Hay una preocupación en conservar un orden dentro de la monarquía y cómo un mal uso puede entrañar la desviación hacia el despotismo. Su tema fundamental fue el papel de la fortuna y su poder corruptor sobre la persona de Alejandro. Hay detalles de tipo heroico que alejan a Alejandro de comportamientos simplemente humanos, como ignorar el dolor de una herida en la batalla hasta que termina desmayándose.
Esta Historia de Alejandro Magno fue muy famosa durante la Edad Media, puesto que hemos conservado más de un centenar de manuscritos de la misma. Era la visión de Alejandro más extendida sería la de una crítica ambientada en un espacio que debía más a lo romano que a lo griego.
«Alejandro cortando el nudo gordiano», Jean-Simon Berthélemy (1767).
El amor por la Antigüedad en el XIX
Seguimos navegando por el tiempo y avanzamos hasta el siglo XIX, aunque se conservan numerosos textos del Medievo y la Edad Moderna. En el XIX se va a recuperar un mundo clásico totalmente idealizado. Johann Gustav Droysen (1808-1884) inauguró los estudios con su biografía sobre Alejandro de 1833. Para él, Alejandro supuso el fin de una época y el comienzo de otra, una etapa excepcional con la que nace el concepto Helenismo, “comportarse como un griego, adoptar los modales griegos o hablar griego”. Droysen usó este concepto con la idea de que en el mundo posterior a Alejandro, el griego era la lengua más usada. Esta nueva época se habría iniciado con Filipo II, pero su repentino asesinato dejó la corona a Alejandro, quien desarrolló una gran colonización que comprendería el Adriático, el sur de Italia y Sicilia, norte de África, costas del Mar Negro, Mesopotamia, Persia y hasta la India. El rescatar a Alejandro suponía colocarlo a la cabeza de este fenómeno. El nuevo mundo que surgió de las hazañas del macedonio, influiría de manera decisiva en el curso subsiguiente de la civilización mediterránea de la Antigüedad. Para Droysen estas acciones eran un precedente de fenómenos como el cristianismo.
William Woodthorpe Tarn (1869-1957) también plasmó un Alejandro heroico, capaz de marcar etapas. Partiendo del punto de vista de Droysen, rodea ahora a Alejandro de tintes filosóficos e idealizadores. Interpreta que Alejandro sería una figura apostólica, el primer hombre convencido de que se podía lograr una hermandad universal y unir a los pueblos de una forma pacífica.
«Alejandro Magno fundando Alejandría» Placido Costanzi (s. XVIII).
La novela histórica en el siglo XX
A lo largo del siglo XX se han intentado rescatar todas las posibles facetas de Alejandro como gobernante y persona, lo que ha dado pie en muchas ocasiones a acceder a ello más fácilmente a partir de la ficción novelada. Escritores y escritoras ahondan en la psicología del rey y en todos aquellos personajes históricos que pudieron tener relación con él. Se escribe sobre las relaciones sentimentales, familiares y todo tipo de anécdotas y descripciones. También aparecen los estudios que investigan las facetas más oscuras del rey, muchos de estos se centran únicamente en la idea de tiranía, en la corrupción o en aspectos más elementales como la afición al vino del rey.
En los años cincuenta E. W. Walbank escribe sobre la época helenística, entendiendo el poder político y militar como base de los imperios y también describe y analiza las relaciones de clase.
En el mundo entre el estudio académico y la novela histórica de los años setenta destaca la trilogía de Mary Challans (1905 – 1983). Esta escritora publicó bajo el seudónimo de Mary Renault numerosas novelas inspiradas en el mundo clásico como Alexias de Atenas, La máscara de Apolo o la bilogía de Teseo. Estudió en la Universidad de Oxford, aunque tuvo una educación autodidacta muy destacada. Entre 1970 y 1981 publicó su trilogía sobre Alejandro Magno, uno de los temas que más estudió, tratando de recuperar a un rey singular y lo más cercano a su tiempo posible.
La trilogía está compuesta por Fuego del paraíso, que se adentra en la infancia y las relaciones de compañerismo del rey. El muchacho persa que estuvo censurada durante muchos años en España por su contenido homosexual. Se centra en la relación de Alejandro con Bagoas. Por último, Juegos funerarios, se centra en el mundo de caos y guerra tras la muerte de Alejandro, donde toman fuerza los personajes de su madre, Olimpia, y la esposa de su hermanastro, Eurídice.
«Filipo os encontró presionados por enemigos y desgarrados por guerras civiles. Os dio la paz, reconcilió vuestras facciones, y os hizo amor de toda Grecia. Y mediante la reina Olimpia fue padre de Alejandro, quiso hizo a los macedonios amor del mundo. Ella os pregunta: ¿habéis olvidado todos esos beneficios, que combatireis contra el único hijo de Alejandro? ¿Levantaréis las armas contra la madre de Alejandro?»
Juegos funerarios
Otra de las trilogías más famosas sobre Alejandro Magno es la de Valerio Massimo Manfredi (1942 -), arqueólogo, licenciado en Letras clásicas y escritor italiano conocido por sus novelas históricas.
La trilogía Alexandros, está compuesta por El hijo del sueño, donde se narra la educación en juventud de Alejandro junto a Aristóteles y el momento en que accede al trono. Las arenas de Amón que relata las hazañas del rey en Anatolia y los enfrentamientos con los persas, junto a su paso por el oráculo de Egipto. El confín del mundo se inicia en Babilonia y en las conjuras contra el rey, donde su esposa Roxana es un personaje destacado. Desde ahí partirá a su último gran viaje, India.
El interés por Alejandro Magno ha ido cambiando a lo largo de los siglos y, con él, los aspectos a destacar sobre su figura. Si bien es cierto que el interés desde su vida en dejar por escrito su vida y logros, y la imitación de él que hicieron posteriormente engrandeciendo su figura, ha hecho que hoy en día hayamos incluido estos a nuestros conocimientos generales.
Bibliografía
Gómez Espelosín, F. J. (2007). La leyenda de Alejandro: mito, historiografía y propaganda. Madrid: Universidad de Alcalá.
Gúzman Guerra, A. (1997). Alejandro Magno: de la historia al mito. Madrid: Alianza.
Hornblower, S. (1985). El mundo griego 479 – 323 A.C. Crítica, Barcelona.
Shipley, G. (2001). El mundo griego después de Alejandro: 323 – 30 A.C. Crítica, Barcelona.
Walbank, F. B. (1985). El mundo helenístico.Taurus, Madrid.